
Como el primer beso, el primer viaje que nos hizo sentir adultas, el primer verano sin horarios, hay primeras lecturas que llegan en el momento exacto, casi como si alguien —o algo— nos las hubiera puesto en el camino. Libros que encajan en nosotras con la precisión de una llave antigua. Libros que más que abrir una historia abren un espacio interior al que después volvemos de vez en cuando, como quien regresa a una casa en la que alguna vez fue feliz. Leer


